La Iglesia tiene como misión servir. Es Iglesia diaconal. Recordemos la función de los diáconos en el libro de los Hechos de los Apóstoles:
“Por aquellos días, al multiplicarse los discípulos, hubo quejas de los helenistas contra los hebreos, porque sus viudas eran desatendidas en la asistencia cotidiana. Los Doce convocaron la asamblea de los discípulos y dijeron: «No parece bien que nosotros abandonemos la Palabra de Dios por servir a las mesas. Por tanto, hermanos, buscad de entre vosotros a siete hombres, de buena fama, llenos de Espíritu y de sabiduría, y los pondremos al frente de este cargo; mientras que nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra». Pareció bien la propuesta a toda la asamblea y escogieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Pármena y a Nicolás, prosélito de Antioquía; los presentaron a los apóstoles y, habiendo hecho oración, les impusieron las manos.” (Hch 6, 1–6).
Esteban, además, del primer mártir, selló con su sangre el testimonio de su vida y de su entrega. El servicio es nuestro Camino y nuestra verdadera inspiración. Si dejamos de servir, no servimos para nada. Perdemos el rumbo, el norte, nuestro horizonte.
El servicio nos ayuda a tender puentes con los demás, como pasa en la localidad de Zubiri, situada a mitad de camino entre Orreaga/Roncesvalles y Pamplona, encontramos esta parada obligatoria en el Camino de Santiago Francés. Rodeada de un bello paisaje, Zubiri es la capital del valle de Esteribar y una de las localidades más pobladas de la zona. Aunque el pueblo se ha transformado recientemente, conserva alguna casa característica del siglo XVIII. El puente medieval que da nombre al municipio salva el curso del río Arga. También conocido como puente de la Rabia ha sido testigo hasta hace unos años de una singular tradición: se obligaba a los animales a pasar alrededor de su pilar central para evitar la rabia, pues según cuenta la leyenda ostenta ese poder sobrenatural. Y allí encontramos también la iglesia de san Esteban, donde podemos reflexionar un rato sobre nuestra actitud de servicio, más que un puente medieval, una prioridad que nos viene de nuestro bautismo.
Fernando Cordero Morales ss.cc.