Obra: Peregrino (Place de Vauvert, Parthenay, Francia); material: bronce, autor: Etienne; año 2012
He pasado un buen rato contemplando esta escultura. Me ha cautivado la delicadeza de las líneas de bronce, más propias del Renacimiento que del acelerado siglo XXI. Todos los pensamientos, sensaciones, palabras… buscan ordenarse para, si es posible, escribir un par de las muchas cosas que me gustaría decir de ésta obra.
El autor (uno de los escultores franceses contemporáneos más conocidos y reconocidos), busca que los peregrinos se sientan reflejados en ella, al bordearla. Pero al acercarse, es inevitable que te asalten las preguntas: ¿Por qué una lámina de bronce y no una escultura de bulto redondo? ¿Son máscaras o rostros? ¿Qué relación tienen los pájaros con el resto de la composición? ¿Por qué el ropaje del peregrino se asemeja a las alas de un pájaro (o a lenguas de fuego)? ¿Qué significan los tres rostros?
Etienne dijo en una entrevista que sus esculturas siguen lenguajes poéticos, tratando de transmitir un mensaje de paz, ternura y belleza. Pero no una belleza material, sino aquella que se puede observar con el corazón. Por ello, esculpe jugando con el vacío y el lleno, diferenciando lo esencial de lo que es superficial; Antoine de Saint-Exupèry empleaba la misma idea en El Principito. Pero para alguien que mira ésta escultura desde la fe en Dios, constituye un mensaje muy completo sobre ese estar de Dios en cada uno de nosotros; como dice la secuencia del día de Pentecostés: “mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro”.
Es indudable que, para un caminante cristiano esos pájaros y esas alas de pájaro o lenguas de fuego son una imagen figurativa del Espíritu de Dios. El evangelista Lucas emplea también este elemento para expresar simbólicamente el cambio, la transformación que el Espíritu provoca en los Apóstoles: les empuja hacia la libertad que les da el ser discípulos de Jesús, y se llenan por dentro de lo esencial, el Amor con mayúsculas.
¿Ahora tú: prefieres ser máscara o rostro que refleja el Amor? ¿Estás dispuesto a dejarte empujar por el Espíritu con la libertad que te da ser hijo de Dios?
Fátima Noya Varela