Estamos celebrando la Pascua: El ángel con la trompeta del Pórtico de la Gloria proclama, y nosotros con él, que ¡Cristo ha resucitado!
La vida del cristiano se comprende y se vive a partir de la meta. Y la meta del Camino al Campus Stelae se materializa plástica y simbólicamente en esa Jerusalén Celeste que constituye el Pórtico de la Gloria: la cripta, el pórtico y la tribuna, es decir, la Tierra, el Juicio Final y el Paraíso. In paradisum deducant te Angeli, que a tu llegada te reciban los mártires y te guíen a la ciudad santa de Jerusalén.
Camino y peregrinación van indisolublemente ligados: somos homo viator, vamos encaminados por una vía, y esa vía es Cristo resucitado: camino, verdad y vida. Seguirlo sin extraviarnos (extra, fuera; vía, camino) nos conduce al pórtico que nos introduce directamente en la visión de Dios Padre. Este gran mensaje de salvación, la muerte ya no tiene la última palabra, ha sido proclamado por los múltiples y variados lenguajes de las artes desde los orígenes del cristianismo.