Tema publicado con la autorización de «Ixcís»
«En Dios está el descanso de mi alma, de Él viene mi salvación. Él solo es mi roca, mi salvación, mi alcázar; no vacilaré» (Sal 62,3)
Jesús de Nazaret no es de los que sale corriendo cuando las cosas se ponen feas. Él se queda. Se queda cuando muchos abandonan por la dureza de su mensaje o cuando le vende uno de los suyos. Su amor está hecho de permanencia.
Por eso, cuando todo se nos cae a nuestro alrededor, podemos percibir tal vez con más fuerza cómo su sola presencia nos sostiene, cómo su mirada nos levanta de nuevo. Y así, despojados de lo que creíamos imprescindible, lo descubrimos en el lugar que le corresponde en nuestra vida.
«Al fin, en la raíz, en lo hondo, sólo quedas Tú.
Sólo tu sueño me deja abrir los ojos,
sólo tu mirada acaricia mi ser,
sólo tu amor me deja sereno,
sólo en Ti mi debilidad descansa
y sólo ante Ti la muerte se rinde.
Sólo Tú, mi roca y mi descanso.»
Javier Montes, sj
Susana Melero Leal