En el mes de mayo nos acercamos en el Camino a la Capilla de San Matías de Veral en Lugo. Es una capilla de grandes proporciones, de más planta que alguna Iglesia parroquial. Cercana la fuente del Santo, que es un sarcófago, donde antaño se iban a lavar las partes dolientes los romeros devotos del Santo Matías.
Matías es, por tanto, fuente en el camino para reparar el cuerpo dolorido. Pero, sobre todo, Matías es apóstol de Cristo, enviado a alentar en el camino del Evangelio. Esta es su historia.
Clemente de Alejandría, basándose en la tradición, afirma que san Matías fue uno de los 72 discípulos que el Señor envió a predicar durante su ministerio. Los Hechos de los Apóstoles afirman que Matías acompañó al Señor, desde el Bautismo hasta la Ascensión. Cuando san Pedro decidió proceder a la elección de un nuevo Apóstol para reemplazar a Judas, los candidatos fueron José, llamado Bernabé y Matías. Finalmente, la elección recayó sobre Matías, quien pasó a formar parte del grupo de los doce. El Espíritu Santo descendió sobre él en Pentecostés y Matías se entregó a su misión.
Según la tradición, predicó primero en Judea y luego en otros países. Los griegos sostienen que fue crucificado. Se dice que su cuerpo estuvo mucho tiempo en Jerusalén y que Santa Elena lo trasladó a Roma.
Ojalá nosotros no nos cansemos, como san Matías, de anunciar la Buena Nueva del Evangelio, aunque ello nos acarree asociarnos a la Cruz de Cristo.
Fernando Cordero Morales ss.cc