San Marcos es una aldea de la parroquia de Santa Eulalia Bando, del ayuntamiento de Santiago de Compostela, en el Camino de Santiago, más concretamente en el Camino Francés, a las puertas de la ciudad del Apóstol. En esta parroquia de suaves colinas nace el río Sar. Dejando atrás Lavacolla y después de pasar por un tupido robledal, que le da a la zona un importante valor medioambiental, San Marcos da la bienvenida al visitante, peregrino o turista, y entre su caserío, que se alarga entorno a la calzada, lo encamina, en una suave cuesta, por la rúa de San Marcos hacia Monxoi o Monte do Gozo para desde allí, y después de intentar entre los eucaliptus divisar las torres de la catedral, emprender los últimos kilómetros que le separan de Santiago de Compostela, ciudad a la que se entra después de pasar por el arrabal de San Lázaro.
San Marcos, como evangelista, nos ayuda a encontrarnos con el Mesías, nos prepara en el camino para acoger su Palabra. Estamos muy cerca de Compostela, símbolo de la Jerusalén del Cielo. Acoger como san Marcos la Palabra y hacerla vida es nuestra tarea.
Monxoi o el Monte do Gozo es como se pronuncia en gallego a la palabra francesa Montjoie, que significa monte de la alegría, del júbilo, del gozo. Palabra que los peregrinos galos empleaban al llegar a las cimas de los montes desde donde se divisaban los lugares sagrados de la cristiandad. Es curioso que donde empieza el Camino Primitivo en Oviedo se encuentra la Manxoya o Manjoyan. Un poco más al sur de la cima del Monte O Gozo, en otra colina del monte, alejado del Camino unos metros, está el famoso Monumento al Peregrino y desde él sí se tiene una buena panorámica de la ciudad del Apóstol.
Ojalá, paradas como la de San Marcos, nos ayuden y estimulen a contemplar el gozo del encuentro con el Señor Jesús, al que Marcos y Santiago convirtieron en el centro de sus vidas.
Fernando Cordero Morales, ss.cc