En pleno Camino de Santiago, en Rabanal nos encontramos con la ermita de San José y su precioso retablo mayor barroco. Es bonito dejarnos sorprender por san José.
Recordemos siempre su gran papel en el camino de Jesús para que se lleve a cabo el plan de Dios, a pesar de la oscuridad y de no entender del todo. Él cuidó amorosamente a María y se dedicó con alegría a la educación de Jesús. Hoy es un gran protector de la Iglesia, como nos recuerdan continuamente los papas, san Juan XXIII o el papa Francisco.
San José es “custodio” porque sabe escuchar a Dios, se deja guiar por su voluntad, y precisamente por eso es más sensible aún a las personas que se le han confiado. Sabe cómo leer con realismo los acontecimientos, está atento a lo que le rodea, y sabe tomar las decisiones más sensatas.
Hagamos nuestra ésta invitación que nos hace el papa Francisco: “Como san José, no debemos tener miedo de la bondad, de la ternura”. Hagamos vida el mandamiento del amor a Dios y al prójimo, siguiendo la estela del humilde carpintero de Nazaret.
Fernando Cordero Morales ss.cc