Autor: Fabrizio de Miranda, Florencio del Pozo y Alfredo Passaro; año: 1981; dimensiones: 1.558 metros de largo y 152 metros de altura.
Haciendo el Camino Portugués, se atraviesa la parroquia de Cesantes (Ayuntamiento de Redondela). Si la niebla no lo impide, mirando hacia el oeste, tendrás a tu alcance la panorámica de la Ría de Vigo, con la isla de San Simón y San Antón y, al fondo, el puente colgante de Rande.
Si lo observas desde la distancia que te da la ría, da la impresión de que el puente es una fina y frágil estructura apoyada en unos pilares sobre el mar. ¡Parece imposible que sea capaz de soportar el paso de los coches, camiones …! ¿Podrá cumplir su misión?
Contemplar Rande me sugiere dos cuestiones: la fragilidad del ser humano y su capacidad para unir lo que está separado.
En estos días hemos visto como las personas podemos hacernos mucho daño o, por el contrario, podemos ser de los que tienden puentes entre dos orillas: Vilaboa y Rande en la Ría de Vigo; el dolor y la compasión; la soledad y el acompañamiento; la guerra y la paz; el amor y el odio.
Tú también habrás sentido alguna vez la fragilidad de los pies en la tierra: resulta complicado ser puente en este mundo. A veces las fuerzas no son suficientes para sostenerte, y se hacen necesarios otros apoyos para culminar el proyecto de vida. Como los tirantes del puente de Rande, que ayudan a la estructura a soportar las corrientes fuertes, los temporales, el paso del tiempo, la distancia entre las dos orillas.
Desconozco si los ingenieros que llevaron a cabo la obra tenían alguna intencionalidad religiosa con la construcción de ésta estructura civil. En realidad lo dudo, pero ¿solamente el arte que se realiza con el afán de mostrar un sentimiento religioso puede acercarnos a Dios?
¿Estás preparado para ser puente aparentemente frágil que una las orillas del mundo?
Fátima Noya Varela