Dolores y gozos delante de tu rostro

Al traspasar la puerta del Paraíso –la puerta de la Azabachería– al final del camino francés, peregrino accedes al brazo norte del crucero de la catedral en el que se encuentra el tránsito hacia la capilla de Santa María de la Corticela, la parroquia de los extranjeros, construida sobre la antigua capilla románica de San Nicolás, el patrono de los viandantes.

A continuación verás la capilla del Sancti Spiritus. En ella te invitamos a detenerte, sobre todo en este mes de septiembre en el que tras la exaltación de la Santa Cruz, honramos de manera especial a la Virgen María bajo las advocaciones de Nª Sª de los Dolores, de las Angustias y también del Camino, cuya basílica, ubicada en Valverde del Camino (León) es paso obligado de los peregrinos que vienen a Compostela siguiendo la vía francígena.

Construida por Pedro Vidal en el siglo XIII y reformada por el Arcediano Pérez de Moscoso en la centuria posterior, fue dotada por el Cabildo en 1310 para doce clérigos regulares, los Racioneros de Sancti Spiritus, cuya función era servir al coro catedralicio. En el testero sobre un altar barroco con frontal argénteo se encuentra la imagen de la Virgen de la Soledad, de factura madrileña, datada en 1666, procede de la parte posterior del coro lígneo de Juan Davila y Gregorio Español, desmontado en 1945. Una devoción, de origen francés, de fuerte raigambre en la ciudad. En consonancia con la advocación, corona el retablo un calvario, pues fue al pie de la Cruz donde María asume la misión espiritual de ser madre de la humanidad.

El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el Poder del Altísimo te cubrirá con su sombra (Lc 1, 35). María en diálogo con el Espíritu recorrió su camino de fe desde la Anunciación a Pentecostés. Por ello Benedicto XVI afirma que no hay Iglesia sin Pentecostés y no hay Pentecostés sin la Virgen María … en cualquier lugar donde los cristianos se reúnen en oración con María, el Señor dona su Espíritu. Ese Espíritu que nos permite comprender a Jesús desde una experiencia Pascual y nos llama a la libertad (Gál 5, 13), a la filiación: ¡Abbá, Padre! (Gál 4, 4-6) y suscita en nosotros infinidad de carismas (1Cor 12, 4-11).

El corazón de María está traspasado por siete cuchillos, en alusión a los siete dolores. Al pie de la Cruz se cumple la profecía de Simeón: el séptimo de los dolores es el entierro de Jesús y la soledad de María. Honrar a María bajo ésta advocación nos introduce de lleno en el misterio de la redención y como esclava del Señor coopera, según San Juan Pablo II en la Redemptoris Mater, en la obra de la salvación llevada a cabo por Cristo, su Hijo.

María, la Madre del Amor Hermoso, sufría en silencio, pero María confiaba plenamente. En su corazón latía la esperanza porque era templo del Espíritu Santo (Lc 1, 35), por eso todas las generaciones me llamarán bienaventurada (Lc 1, 48). Peregrino, tras el largo camino recorrido, te invitamos a que le pidas a María que te enseñe el camino de la vida, hartura de goces delante de tu rostro, a tu derecha delicias para siempre (Sal 16, 11).

Francisco R. Durán Villa

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