Autor: Javier Soto; material: hierro; localización: Santo Domingo de la Calzada (La Rioja)
La escultura que os propongo en esta ocasión podría pasar perfectamente desapercibida en su entorno, situada a los pies del Monasterio de Nuestra Señora de la Anunciación: lugar privilegiado en el camino a Santiago de Compostela.
También es posible que, en tu camino, o en la preparación previa para comenzarlo, o en tu día a día, algunas cosas pasen desapercibidas.
Piensa un momento en el viaje, o en el día de mañana: ¿qué ha sido lo primero que te ha venido a la cabeza? ¿Tal vez una lista de cosas necesarias para el trayecto? ¿Quizá una guía del peregrino? ¿Una buena mochila y unas buenas botas? ¿O el trabajo pendiente de entregar? A lo mejor, lo primero que recuerdas es algo que realmente no es tan urgente.
Según lo que se comenta sobre ésta escultura, en ella se representa todo cuanto necesita un peregrino para su subsistencia hasta llegar a su lugar de destino… No tienes que fijarte mucho para identificar la mochila, las botas, el cayado, el sombrero, la bicicleta… Pero, ¿realmente piensas que eso es lo imprescindible? ¿Acaso son las cosas materiales las que te convierten en peregrino?
Esta obra me plantea una cuestión fundamental: acércate a ella, obsérvala… A mí me sugiere que quien llevaba esa mochila, esas botas, ese cayado, ha decidido tomar un nuevo rumbo, se ha desprovisto de lo material (o, tal vez, del apego que tenía por lo material), dejándolo apoyado en un rincón del camino y ha descubierto que lo verdaderamente fundamental es llevar consigo a Dios en los pasos que aún faltan por andar.
¿A qué tienes demasiado apego? ¿Qué necesitas dejar a un lado en el camino para llevar contigo cuanto necesitas para vivir?
Fátima Noya Varela