Tema publicado con la autorización de «Alfonso Moreno» y «Hnas. del Santo Ángel de la Guarda»
«No se te acercará la desgracia ni la plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos». (Sal 91, 10-11)
Existen y nos asisten. Más allá de lo corpóreo, se intuye su presencia de muchas formas: en visitas que anuncian algo sorprendente que se acoge entre el desconcierto y la esperanza (Lc 1, 26-38); en respuestas creativas insospechadas que aportan soluciones a callejones sin salida; disolviendo situaciones de tensión o desencuentro con alegría desbordante o sentido del humor; como acontecimiento inusual que resuelve lo que antes sólo era fracaso y confortando o sosteniendo los momentos en que se está al límite (Lc 22, 43).
Pero, a veces , cambian sus alas por manos y pies y, desde un corazón de servidores como el suyo, se hacen cercanos, prójimos, tangibles, «realizando acciones ordinarias de manera extraordinaria» (cardenal Van Thuan).
De un modo u otro hacen concreta la Providencia del Padre perfumando los días de divinidad.
Susana Melero Leal