Autor: Martín Vázquez Acuña (1998); material: bronce fundido; localización: León
Hemos comenzado la Cuaresma: cuarenta días en camino hacia la Pascua. Es un camino pausado, un camino en tres dimensiones: hacia dentro, hacia fuera y hacia Dios.
La escultura que comparto hoy contigo es reflejo de esas tres dimensiones. Se trata de un peregrino que está sentado a los pies de un cruceiro, descalzo, con las sandalias esperando a reanudar el sendero. Mientras descansa, recuesta la cabeza en la columna y cierra los ojos.
El entorno que lo rodea es majestuoso: en frente se encuentra el Hostal de San Marcos, antiguo hospital de peregrinos, una obra plateresca del siglo XVI, firmada por Juan de Álava. Trato de ponerme en el lugar del hombre representado en la escultura y no sé si sería capaz de cerrar los ojos frente a tal belleza. Sin embargo, él lo hace. Creo que ya ha admirado la piedra, y ahora cierra los ojos para contemplar desde el corazón, pues sólo desde esa perspectiva será capaz de mirar más allá.
El lugar de la parada, en el que descansa la escultura, no puede ser más oportuno. Este peregrino que descansa a los pies de “la cruz”, es capaz de recordarnos que la Cuaresma también es para contemplar el bien y el mal que existe a nuestro alrededor. ¿Cómo es posible que una muerte tan atroz se convierta en salvación para la humanidad? – se podría preguntar.
Igual has salido a caminar mirando únicamente hacia dentro o hacia fuera. A lo mejor eres de esos peregrinos que buscan realizarse personalmente, unas vacaciones peculiares o hacer deporte. Pero si dejas un espacio para la contemplación, harás un hueco a Dios en el camino. Entre el movimiento y la quietud, el ruido y el silencio, el otro y tú, busca la pausa, el espacio y el momento para Dios.
¿Eres un peregrino en 3D? ¿Caminas hacia dentro, hacia fuera y hacia Dios?
Fátima Noya Varela