Autor: Luis Albiac; material: chapa de acero y hormigón; localización: Caspe (Zaragoza)
Hemos celebrado la solemnidad de la Epifanía, cuyos protagonistas son los Magos de Oriente … Y la escultura que os propongo me evoca, precisamente, ésta grande fiesta. La tradición nos habla en algunos casos de tres, en otros hasta cinco. Lo que sí podemos decir de ellos es que eran unos sabios en búsqueda, que deciden ponerse en camino para encontrar un “no-sé-qué” que les mueve por dentro.
Si ya habéis visitado Santiago de Compostela en alguna ocasión, seguramente os habrá pasado desapercibido, y si es la primera vez, prestaréis más atención: en la ciudad, existen muchas representaciones de los Magos que fueron al encuentro de Jesús en el pesebre. Su relación con la peregrinación es muy estrecha.
Pero más allá del consumismo, y de las maratonianas tardes de compras, con el cansancio acumulado de las fiestas (que nada tienen que ver con las huellas del camino que los peregrinos traen consigo), los Magos-Sabios de Oriente nos invitan a salir de nuestra zona de confort, de la comodidad de un sofá en una sala caliente, con toda la familia reunida, para buscar respuestas. Realmente, salen a buscar la Verdad, en un mar de verdades a medias. No sólo quieren conocer la verdad para saciar el ansia de conocimiento, sino para compartir y enriquecerse con los demás.
La lección más importante de los Sabios de Oriente es reconocer la grandeza de esa Verdad, de Dios encarnado en un bebé, nacido en un establo, no en un palacio. A Jesús le ofrecen lo más valioso que tienen: dan y se dan ellos mismos.
¿Qué respuestas buscas en el camino? ¿Distingues la grandeza de lo pequeño? ¿Hasta dónde estás dispuesto a dar(te)?
Fátima Noya Varela