Tema publicado con la autorización de «Jesús Cabello»
«Pero id a decir a sus discípulos y a Pedro que irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis como os dijo» (Mc 16, 7)
Porque necesitamos volver a casa, a los caminos conocidos, a los lugares de siempre para ser capaces de descubrir, al mirar con ojos nuevos, lo extraordinario en lo ordinario; lo trascendente que se esconde detrás de las cosas corrientes. Si vivimos resucitados, el cotidiano se ilumina y se nos revela con una belleza insospechada y los gestos rutinarios se llenan de sentido: se nos llama por nuestro nombre, renovamos con ardor el asombro de los comienzos, se parte y reparte el pan…
Aunque no vemos en persona al Maestro, lo reconocemos en cada gesto de justicia y bondad. Y, más allá de bienestares individualistas, sentimos su paz prójima señoreando a nuestro alrededor, descongelando témpanos de silencio o atravesando temporales.
«El encuentro con el Resucitado transforma nuestra vida, la transfigura, pero no nos saca de ella. Nos salva dentro, no fuera de nosotros. El que es Camino, Verdad y Vida nos pone en camino hacia nuestra verdad profunda para llenarla de vida.» (Patricia Noya, cd)
Susana Melero Leal