No siempre avisa. El hastío sobreviene muchas veces cuando el cansancio o el peso de los años terminan haciendo mella. El paso se para y la vida también. Adormecidos o paralizados, parece que todo lo recorrido y entregado valiese de poco, incluso nos hace cuestionarnos si tuvo alguna vez algún sentido.
No sirven entonces las recetas o los buenos consejos; no se trata de enmiendas o paños calientes. Hay un tiempo para los cambios razonables y otro para nacer de nuevo. Con Él, algo muy simple pero que se nos olvida cuando la eficacia en nuestras vidas dio paso al peor de los orgullos.
«Estamos invitados a dejar atrás nuestro aferramiento al pasado, los viejos prejuicios que niegan a Dios la capacidad de intervenir en nuestra vida, irrumpiendo en nosotros con su novedad» (Dolores Aleixandre, «Escondido centro». Sal Terrae).
Para que cada día sea un nuevo amanecer …
Susana Melero Leal