Tema publicado con la autorización de Pedro Sosa
«He venido para que tengáis vida y vida en abundancia.» (Jn 10, 10)
Como seres en y para la relación que somos, los seres humanos, en tensión flexible, vamos del silencio a la voz, de la palabra a los hechos.
Generados de la misma sustancia amorosa del Padre, somos en esencia expansivos y transformadores de la realidad, llamados a la fecundidad y la abundancia; a una plenitud desbordante que alcanza benéficamente a todas las criaturas.
Inmersos en un mundo en el que los soportes ideológicos pretenden que olvidemos la dura realidad en que viven millones de personas y los Derechos Humanos se suplen con escandalosa frecuencia por pensamientos despersonalizadores, urge humanizar los ámbitos que la vida nos ponga a nuestro alcance. Es preciso trabajar en pro de la dignidad de las personas, sean de donde sean, estén donde estén; allanando caminos de humanización personales y colectivos.
Y vivir así, como hijos de la luz que testimonian un amor concreto, hecho de obras de vida, justicia y paz.
Susana Melero Leal